Desde que se destapara el escándalo de las noticias falsas y Facebook fuera citado por el Senado para ver su papel en las elecciones de Estados Unidos, la red social fundada por Mark Zuckeberg ha estado bajo el ojo de la tormenta por temas de seguridad y falta de credibilidad. Así a mediados de marzo el precio de las acciones cayó un 7%, borrando cerca de US$30,000 millones de su valor en el mercado y provocando una caída de casi un 2 % del sector de tecnología del índice S&P 500.
Desde que se iniciara la investigación en la que se argumenta que diversas fuentes desde Rusia generaron contenido y manipularon usuarios para influenciar la elección presidencial de 2016, el nombre de Cambridge Analytica ha sido uno de los más mencionados. Así, The New York Times y el periódico The British Observer informaron que la firma de análisis político Cambridge Analytica había recolectado datos privados de más de 50 millones de usuarios de Facebook para apoyar la campaña de las elecciones presidenciales de Trump en 2016 ya que el equipo del ahora presidente había pagado campañas específicas para influenciar a votantes potenciales en función de sus likes y de sus amistades . Facebook dijo que los datos habían sido mal utilizados pero no robados, porque los usuarios dieron su permiso.
Así, según “Cambrigde Analytica files” relevados por Christopher Wylie, más de 50 millones de perfiles de Facebook fueron recolectados para acabar configurando perfiles psicológicos que luego serían vitales para orquestar campañas políticas: mensajes específicamente diseñados para ciertas audiencias que acabarían influyendo en el voto final.
Cambridge Analytica pudo obtener tanta información de Facebook, en gran medida, porque Facebook no había protegido lo suficiente los datos de sus usuarios. El simple permiso a una aplicación abría las compuertas a la información de usuarios asociados (“amigos”). Pese a que la compañía es reacia a bautizarlo como tal, se parece tanto en fondo como en forma a una “brecha” en la seguridad y en la protección de datos.
The Cambridge Analytica Files
Una docena de likes en Facebook. Eso es lo que necesita un algoritmo para saber con bastante probabilidad si eres hombre o mujer, si tus padres acabaron divorciándose cuando eras joven o incluso si eres más o menos afín a ciertas ideas políticas. Según el diario The Guardian existen una serie de documentos filtrados que demuestran cómo esta empresa logró dotar al partido de Trump de una herramienta electoral mediante campañas publicitarias que pudo ser vital para que ganara las elecciones a finales de 2016.
Christopher Wylie, el genio detrás de toda esta maquinaria dejó el colegio a los 16 y empezó a trabajar para partidos políticos con una orientación clara: la de las campañas electorales y cómo los datos permitían dirigir mejor esas campañas. Las llamadas “operaciones psicológicas” a las que se dedica Cambridge Analytica tienen como objetivo hacer cambiar de opinión a la gente e influirla no mediante persuasión, sino mediante “dominio informativo”. Así se especializa en las llamadas “operaciones psicológicas” (psyops), cuyo objetivo no era otro que el de hacer cambiar de opinión a la gente e influirla no mediante persuasión, sino mediante “dominio informativo”; un conjunto de técnicas entre las que se encontraban la difusión de rumores, desinformación y noticias falsas. Aquellos métodos habían sido utilizados en más de 200 procesos electorales sobre todo en democracias poco desarrolladas, pero con Wylie al frente aquello daría el salto a otro nivel mucho mayor. La victoria electoral de Trump en 2016 ha sido percibida como el mayor logro de este colectivo.
Cambridge Analytica gastó 7 millones de dólares en amasar esos datos, de los cuales un millón fueron invertidos en GSR. O para dejarlo claro, en recolectar información de perfiles de Facebook e influir en la población estadounidense ayudando así al partido republicano a ganar las elecciones dos años después. Se creó una empresa llamada Global Science Research (GSR) para dicho fin, y en los recibos filtrados ahora por Wylie se demuestra que Cambridge Analytica invirtió un millón de U$D en esta empresa. O para dejarlo claro, en recolectar información de perfiles de Facebook. Así, pagó campañas de publicidad en Faceboook para que los usuarios se animaran a rellenar un test de personalidad con una aplicación específica diseñada para este propósito en ThisIsMyDigitalLife.
Esa aplicación pedía permiso a esos usuarios para acceder tanto a sus perfiles como a los de sus contactos. Ahí estaba el verdadero secreto de la herramienta, que acabó “atrapando” los perfiles nativos de 320,000 usuarios. El problema es que de media esos usuarios tenían a su vez 160 contactos cuyos perfiles, sin saberlo, estaban disponibles para Cambridge Analytica. Así, en apenas 2 o 3 meses el proceso hizo que la empresa contase con los perfiles de “unos 50 o 60 millones” de perfiles de Facebook, una cantidad de información asombrosa que acabó dando como resultado modelos y algoritmos con los que nutrir campañas electorales específicas.
Los datos recolectados y sobre todo los algoritmos creados a partir de esos datos convierten su servicio en una forma inquietante de influir en todo tipo de personas y colectivos. En Estados Unidos se han iniciado las investigaciones al respecto con la FTC como protagonista, pero incluso la Comisión Electoral del Reino Unido está también realizando una investigación sobre Cambridge Analytica y Facebook para saber si este tipo de procesos tuvieron también influencia en el referéndum sobre el Brexit. The Guardian ya publicó un reportaje al respecto en mayo de 2017 y ahora queda por saber si estos datos, algoritmos y servicios fueron utilizados en otros procesos electorales recientes.
Una campaña bautizada #DeleteFacebook está invitando a los usuarios de todo el mundo a desinstalar la aplicación. Los medios anglosajones ya han publicado sus respectivos manuales para que deniegues los permisos a todas las aplicaciones externas. Es una tormenta mediática perfecta.
Los usuarios tienen motivos para estar alerta. Los políticos, por su parte, han olido sangre: Facebook lleva años tratando de escapar cualquier tipo de regulación que controle sus movimientos. El presidente del Europarlamento, Antonio Tajani, ya ha utilizado el escándalo para insertar la idea de una “regulación” en la agenda. Zuckerberg está en problemas y los medios de comunicación se encuentra en un continuo cuestionamiento sobre el comportamiento de la red social más popular del mundo.
Fuente de elaboración del artículo: https://www.theguardian.com/news/series/cambridge-analytica-files
C.