El día de ayer Google anunció que ya no participará en negocios con Huawei que requieran la transferencia de productos de hardware y software, excepto aquellos cubiertos por licencias de código abierto. Google también dejará de proporcionar asistencia técnica y colaboración para los servicios de Android y del gigante de internet que soporta el sistema operativo. Así, la próxima versión de teléfonos inteligentes de Huawei fuera de China perderá el acceso a aplicaciones y servicios populares, como Google Play Store y Gmail,
En cualquier caso, el veto no es solo de Google a nivel de software. También incluye a las transferencias de hardware, y otras empresas como Intel, Qualcomm o Broadcom también han anunciado que seguirán los mismos pasos de Google, así como Western Digital, Micron Technology o Infineon Technologies.
Todo este problema comenzó el pasado jueves 16 de mayo, cuando Donald Trump firmó una orden ejecutiva que otorgaba poder al Gobierno Federal para evitar que las operadoras del país compren equipos de telecomunicaciones de fabricación extranjera. No se mencionaban fabricantes, pero teniendo en cuenta que el Gobierno de los Estados Unidos lleva años obstaculizando la venta de sus dispositivos, parecía evidente que tarde o temprano iba a volverse contra el fabricante chino.
La orden ejecutiva no imponía automáticamente restricciones a la compra-venta de equipos de telecomunicaciones, sino que daba al secretario de Comercio de EE.UU., Wilbur Ross, cinco meses para establecer qué compañías debían estar sujetas a las nuevas limitaciones por suponer un peligro para la seguridad del país. Sin embargo, en una decisión posterior, el Departamento de Comercio incluyó a Huawei en una lista de compañías, así como a personas a las que se vetaba el acceso a tecnología estadounidense.
Pero la razón por la que se están centrando sobre todo en Huawei viene de más atrás. Algunos informes han apuntado a que la empresa instalaba chips espía en servidores utilizados por empresas como Amazon o Apple, y aunque Huawei siempre ha defendido su inocencia, esto no ha evitado que desde el Gobierno de Estados Unidos se les acuse de espionaje.
En el terreno tecnológico, EEUU lidera una campaña global para impedir que las compañías chinas, como Huawei, se hagan con el control de las redes 5G, que permiten navegar por internet con mucha más velocidad y podrían facilitar el desarrollo de vehículos autónomos y técnicas para hacer cirugía por control remoto.
Esto implica que Huawei, que fabrica sus propios procesadores y módems bajo la marca Kirin y por ahí se salvará al menos en parte, no podrá usar componentes que sí ha requerido hasta ahora para otros menesteres, como la fabricación de sus ordenadores portátiles, que usan Windows (empresa americana) y procesadores Intel (empresa americana). Los servidores que fabrica Huawei, por cierto, también usan procesadores de Intel.
Hace un año, la República Popular China ya anunció que también estaba trabajando en un plan B oliéndose el posible desenlace que ahora conocemos. Sin embargo parece que aún no han terminado esta automatización.
C.